La recolección del calafate, un fruto silvestre originario de la Patagonia chilena, ha cobrado gran importancia en los últimos años debido a sus valiosas propiedades nutricionales y medicinales. Este pequeño fruto de color púrpura intenso es conocido por su alto contenido de antioxidantes, lo que lo convierte en un superalimento con múltiples beneficios para la salud. La tradición dice que «quien come calafate, siempre vuelve a la Patagonia», y hoy, más que nunca, se busca preservar y aprovechar este tesoro natural.
El calafate (Berberis microphylla) es rico en antocianinas, las cuales ayudan a proteger las células del daño oxidativo, contribuyendo así a la prevención del envejecimiento prematuro y enfermedades crónicas como las cardiovasculares. Según estudios de la Universidad de Chile, las antocianinas presentes en el calafate superan en concentración a las encontradas en otros berries más comunes, como el arándano, destacando su poder antioxidante.
Además, el calafate contiene vitamina C, un nutriente esencial para fortalecer el sistema inmunológico y mejorar la absorción del hierro, contribuyendo a la prevención de anemias. También es una buena fuente de fibra dietética, lo que lo hace beneficioso para la salud digestiva y la regulación del tránsito intestinal.
La recolección del calafate en la Patagonia no solo es importante por sus propiedades nutricionales, sino también por el impacto que tiene en las comunidades locales. Para muchas familias patagónicas, la cosecha del calafate representa una fuente de ingresos, además de ser parte de la tradición y la identidad cultural de la región. Sin embargo, es crucial que esta actividad se realice de manera sostenible, respetando el entorno natural y asegurando la preservación de la planta para las futuras generaciones.
A medida que crece la demanda por superalimentos naturales y de origen chileno, el calafate emerge como una joya de la biodiversidad que ofrece una combinación única de sabor y beneficios para la salud. Su recolección responsable no solo aporta al bienestar de quienes consumen el fruto, sino que también fortalece el desarrollo local y la conservación de la flora nativa en la Patagonia. Con su potencial aún en estudio, el calafate sigue conquistando paladares y mercados internacionales, llevando lo mejor del sur de Chile al resto del mundo.